Sintetizado en su mayor parte por el hígado, independientemente de los tipos de alimentos ingeridos, el colesterol fluctúa constantemente según las necesidades del organismo: formar hormonas, producir anticuerpos, reparar las membranas celulares, formar vitamina, entre otras funciones. El colesterol absorbe y elimina del cuerpo endotoxinas intestinales, especialmente los lipopolisacáridos (LPS) de bacterias gramnegativas (Kitchens et al., 2003). Los procesos curativos dependen del colesterol. Cuando el cuerpo eleva el colesterol, hay una razón, como una infección oculta, nivel de estrés elevado o demasiada actividad de radicales libres. Actualmente, muchos médicos advierten sobre niveles de colesterol de 190-200 mg/dL, pero la industria farmacéutica intenta reducir el límite a 180 para tener más consumidores de estatinas. El colesterol alto no es una enfermedad; a 250 es óptimo y hasta 330 conviene no hacer nada. Más de 330 merece investigar la causa. Por el contrario, niveles bajos de colesterol (menos de 180) se asocian con cáncer, enfermedades mentales, derrame cerebral, defensas bajas, suicidio, anemia, etc. Los niveles altos de colesterol están asociados a la longevidad (Lancet 1997 y muchos otros estudios). No hay duda de que el colesterol es un factor de protección contra el cáncer y reducirlo con fármacos significa cavar la fosa. Riesgos de exceso o carencia de colesterol: el exceso hace la sangre demasiado espesa, dificultando la circulación; la carencia puede afectar todo el organismo. No es el colesterol, sino la grasa oxidada y la homocisteína, las que dañan las arterias y pueden causar problemas cardiovasculares, junto con el sodio acumulado en las arterias o el hierro. Sobre todo, los radicales libres dañan las arterias, sin olvidar la disfunción mitocondrial y la falta de óxido nítrico. Desde el estudio Interheart hasta un amplio estudio chino, no se ha demostrado ninguna conexión entre colesterol y riesgo cardiovascular. Además, en los japoneses, en los últimos veinte años, ha aumentado la media de colesterol en sangre y ha disminuido espectacularmente el número de infartos, convirtiendo a Japón en el país con mayor longevidad. Podemos afirmar que el colesterol es inocente. Hemos señalado varias causas de fallo cardiovascular, segunda causa de muerte en Occidente. Hay que añadir el silencioso asesino que es la hipertensión diastólica. La prevención es clave: evitar fármacos y vacunas, controlar el estrés, supervisar la calidad y cantidad de los alimentos, tomar algunos suplementos esenciales como magnesio, vitaminas D3 y omega 3 de algas.
Los fármacos contra el colesterol (estatinas) reducen de forma artificial el nivel de colesterol en sangre, lo que induce al hígado a producir más colesterol para equilibrar los niveles, efecto contrario al deseado. Esta producción excesiva de colesterol hace que cristalice en los conductos biliares, convirtiéndose finalmente en piedras. Las personas que toman medicación para el colesterol normalmente desarrollan una cantidad excesiva de piedras en el hígado que terminan en la vesícula biliar. Otro efecto pernicioso de las estatinas es que inhiben la formación de la Coenzima Q10, cuya deficiencia debilita el corazón y todo el cuerpo. La CoQ10 es necesaria para la formación de energía en forma de ATP, y su deficiencia afecta a órganos que requieren gran cantidad de energía, como el corazón, cerebro, riñones e hígado. Las estatinas pueden provocar debilidad, dolores musculares, aumento del riesgo de cáncer, inhibición del sistema inmunitario, funcionamiento deficiente de los riñones, amnesia, pérdida de libido, lesiones cerebrales, asma, inflamación crónica, problemas de glicemia y hasta infarto. La reducción artificial del colesterol mediante remedios sintéticos suprime la acción vital del colesterol, abriendo la puerta a muchos trastornos de la salud. El colesterol es una falsa amenaza, mientras que es el pretexto para recetar fármacos potencialmente nocivos. Los médicos aterrorizan a la gente con el falso concepto de que el colesterol, por su naturaleza pegajosa, se adhiere a las paredes de las arterias produciendo placas que las obstruyen, lo cual es una rotunda mentira. Si fuera así, ocurriría lo mismo en las venas. El colesterol aparece en las placas ateroscleróticas porque interviene en el proceso de reparación por el daño de la homocisteína o radicales libres.
Principales posibles causas de colesterol alto (más de 330):
- Exceso de radicales libres por exceso de comida o actividad, tabaco.
- Exceso de azúcar y alimentos de alto índice glucémico.
- Infección asintomática u oculta: si hay infección, el cuerpo necesita anticuerpos y para formar anticuerpos se necesita colesterol.
- Actividad sexual elevada (el líquido seminal es casi todo colesterol).
- Estrés emocional: el hígado fabrica más colesterol por el estrés, no por la grasa que se ingiere.
- Consumo excesivo de café y otros estimulantes, drogas y muchos fármacos.
- Deficiencia tiroidea.
El colesterol puede reducirse con:
- Consumir dos zanahorias medianas en el desayuno, que disminuyen el colesterol en un 15%.
- Lo mismo ocurre con 200 gramos de cebollas, un plato de judías o un paseo de 45 minutos.
- Otros alimentos beneficiosos incluyen manzanas, plátanos, ciruelas, alcachofas y alimentos ricos en fibra en general.
- Adoptar una dieta libre de carne, huevos y lácteos reduce el colesterol en pocas semanas (los huevos pasados por agua o revueltos influyen mínimamente sobre el colesterol, mientras que fritos son perjudiciales).
- Adoptar una dieta vegana lo reduce en pocos días.
- La meditación puede ser beneficiosa cuando el problema es causado por estrés.
Los alimentos ricos en polifenoles, sustancias que neutralizan los radicales libres, son beneficiosos para prevenir enfermedades y evitar la oxidación del colesterol HDL, aumentando sus niveles. Entre ellos se encuentran arándanos, berenjenas, cacao, guisantes, lentejas, remolacha, té, uva.