Hace muchos años, cuando cultivaba la ilusión de ser defensor y divulgador del inmenso patrimonio musical napolitano y aspiraba a crear un museo de la canción napolitana, escribí, entre otras cosas, un libro sobre Caruso. El proyecto fue mío y el conocimiento sobre el gran tenor también, pero el mérito fue para otros. Bueno, cosas napolitanas ya desvanecidas, que importan poco o nada. Sin embargo, la emoción al volver a escuchar a Caruso no se desvanece. Me limito en este momento solo a la canción napolitana, confirmando que, entre los tenores líricos intérpretes de canciones napolitanas, Enrico Caruso dejó una marca indeleble en una era, permaneciendo insuperado. Otro gran tenor antes que él fue Fernando De Lucia. Después de él, el leccese Tito Schipa. Y muchas otras hermosas voces. Sin embargo, el verdadero espíritu de la canción napolitana lo encontramos solo en estos tres grandiosos artistas, y en otros que no destacaron en el campo lírico, como Vittorio Parisi o aún más el legendario Gennaro Pasquariello, pero dejaron muchas grabaciones que encapsulan y expanden el alma napolitana, el sentimiento, la pasión que se expresa a través de la canción.