Mitocondrias

Mitocondrias

La clave para entender la enfermedad, las dolencias crónicas, el envejecimiento y la vida misma.

Son las centrales energéticas del interior de las células. Los investigadores han demostrado que la función mitocondrial está asociada al envejecimiento celular. Los estudios científicos dibujan un panorama en el que las mitocondrias determinan el buen funcionamiento de todos los sistemas biológicos y su mal funcionamiento da lugar a una amplia gama de enfermedades neurodegenerativas. Disponer de un buen número de mitocondrias en funcionamiento es indispensable para la salud física y mental, la prevención del cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.

Es necesario evitar las agresiones y toxinas, como el alcohol o el tabaco, que las deterioran o destruyen, incluidos fármacos de uso común como los antiinflamatorios, las estatinas y los antibióticos. Y lo peor de todo, la radiación de los teléfonos móviles y Wifi, además de los campos electromagnéticos en general. Para funcionar, necesitan oxígeno y combustible, por lo que una respiración eficaz y un estado óptimo del sistema arterial y los capilares son esenciales: si hay aterosclerosis y capilares obstruidos, las mitocondrias se vuelven disfuncionales. Además, necesitan fotones, electrones, cobre y ácido graso DHA.

Dado que las mitocondrias producen el 95% de la energía para los procesos corporales, se encuentran en medio de una enorme tormenta de actividad oxidativa. Esta actividad continua libera radicales libres nocivos y especies reactivas de oxígeno tóxicas. Además, las mitocondrias tienen un ciclo vital de 15 días y deben ser reemplazadas por miles de millones cada día. Se estima que las mitocondrias equivalen a casi el 10% del peso corporal, con unos 10 billones en el interior de las células de un adulto medio. Si esta cifra le resulta difícil de comprender, piense que más de mil millones de mitocondrias cabrían en la cabeza de un alfiler.

Los investigadores consideran que podría tener la oportunidad de aproximadamente 10 años para ayudar a salvar a las mitocondrias, desde el primer momento en que empiecen a dañarse. Los cambios prematuros en la función mitocondrial podrían revertirse si se detectan de forma temprana, y antes de que el daño sea permanente e irreversible.

Algunas células tienen más mitocondrias que otras. Por ejemplo, las células germinales femeninas, conocidas como ovocitos, tienen cientos de miles, mientras que los glóbulos rojos maduros y las células de la piel no tienen casi ninguna. La mayoría de las células, incluidas las hepáticas, tienen entre 80 y 2.000 mitocondrias. Cuantas más células metabólicamente activas son, como las del corazón, el cerebro, el hígado, los riñones y los músculos, más mitocondrias tienen. Por tanto, cabe imaginar que tener mitocondrias sanas y funcionales tiene un impacto fundamental en la salud general.

Reparar la disfunción mitocondrial requiere una estrategia indispensable para mejorar la salud a todos los niveles y ayudar a prevenir y curar enfermedades como el cáncer. Se puede afirmar que todos los cánceres están causados por una disfunción mitocondrial. Cuando las mitocondrias no suministran suficiente oxígeno a las células, estas se ven obligadas a volver a un modo de vida más primitivo, es decir, a la fermentación de carbohidratos y glutamina: estas células son cancerosas.

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