Recientemente, varios medios de comunicación han difundido afirmaciones como «La cerveza puede proteger el sistema cardiovascular, prevenir la diabetes y alejar el Alzheimer». En España, el Centro de Información de la Cerveza es la institución principal que, según sus propias palabras, promueve «la investigación sobre las propiedades nutricionales del consumo moderado de cerveza y su relación con la salud». Este Centro forma parte del gremio cervecero. Sin embargo, debemos recibir esta información, al igual que otras noticias sobre las supuestas bondades de algún producto, con cautela, ya que muchas de estas investigaciones están respaldadas por los propios fabricantes que buscan incentivar el consumo de sus productos.
La mayoría de las cervezas están elaboradas con cebada y lúpulo, y suelen contener aditivos químicos. La cebada contiene gluten (que se debe evitar), mientras que el lúpulo contiene lupulina, que tiene efectos parecidos a la morfina y actúa como anafrodisíaco masculino debido a su contenido de fitoestrógenos. Los carbohidratos de la cerveza provienen principalmente de la malta, con una respuesta glicémica rápida extremadamente alta, casi 120, superior a la del azúcar blanco, que es de 100. Por lo tanto, la cerveza no previene la diabetes, sino que puede favorecerla. Además, no existen pruebas sólidas que demuestren que la cerveza protege el sistema cardiovascular o aleja el Alzheimer.
Durante la germinación de la cebada se produce una sustancia llamada hordenina, que actúa como un estimulante similar a la efedrina y la mezcalina. Además de sus efectos psicotrópicos, esta sustancia tiene un notable efecto diurético, que desafortunadamente ocurre principalmente durante la noche, lo que interrumpe el sueño.
También es importante tener en cuenta que el cuerpo necesita al menos tres vasos de agua para metabolizar un vaso de cerveza, un hecho que muchos pasan por alto, lo que puede llevar a la deshidratación, especialmente cuando se sigue consumiendo cerveza para calmar la sed. Esto puede provocar inflamación corporal, acumulación de toxinas y acidificación de los tejidos. Además, el alcohol es tóxico para el hígado y las neuronas.
La cerveza afecta más a los hombres debido a su efecto estrogénico, pudiendo provocar aumento de peso abdominal, desarrollo mamario, disminución del deseo sexual y probablemente diabetes con el tiempo. Debido a este mismo efecto estrogénico, no se recomienda para mujeres embarazadas. Tampoco es beneficiosa para las mujeres en la menopausia, ya que, aunque puede aportar estrógenos que beneficien el metabolismo óseo, su acidez (con un pH entre 4,1 y 5) tiene efectos contrarios.
Sin embargo, la cerveza ocasional y moderada, especialmente si es sin gluten y sin alcohol, puede tener beneficios debido a su contenido de vitamina B12 (solo en cerveza que contienen levadura, entonces muy pocas), ácido fólico y antioxidantes. La cerveza contiene más de 2.000 compuestos, incluidos polifenoles interesantes como el xantohumol, derivado del lúpulo, que se ha relacionado con propiedades anticancerígenas en varios tipos de cáncer, especialmente el de colon. Sin embargo, puede ser más beneficioso consumir extracto de lúpulo en lugar de cerveza, porque los estrógenos del lúpulo, siendo anti-metabolitos, pueden afectar a la función mitocondrial, lo cual a su vez incrementa el riesgo de cáncer.
En conclusión, considerando los aspectos positivos y negativos, puede ser prudente evitar el consumo de cerveza. Estando bien en salud, tomas ocasionales no son tan peligrosas, eligiendo cervezas artesanales de alta calidad. La mejor opción es la cerveza de mijo.