El árbol necesita luz solar, agua y tierra para vivir. De manera similar, los humanos requieren luz solar, agua, contacto con la tierra y alimentarse con los frutos de los árboles y las hortalizas. El sol actúa como un cátodo (polo de carga positiva) y la tierra como un ánodo (polo de carga negativa). Al andar descalzos, sin camisa y con una adecuada hidratación, permitimos que fluya la energía entre el sol y la tierra. De esta manera, descargamos energía electrostática y absorbemos electrones desde la tierra. La luz solar, específicamente los fotones, activan los cromóforos de las mitocondrias, lo que activa todo proceso vital.
Los humanos enferman y tienen una vida más corta por varias razones. Las principales son el aislamiento de la tierra al usar zapatos con suela sintética aislante, el alejamiento del sol (al que incluso temen debido a información errónea) y la deshidratación frecuente. Además, consumen alimentos que nutren poco e intoxican, descansan mal y están estresados. Cuando enferman, caen en la trampa de tomar fármacos, que, además de no curar, empeoran su salud.
Lo que deberían saber es que, para cualquier enfermedad, lo primero que hay que hacer es seguir la «cura del árbol»: exponerse a la luz solar, hidratarse adecuadamente y consumir solo frutos biológicos de los árboles y de la tierra, así como algunas plantas en su estado original. Eventualmente, se puede complementar con suplementos de vitaminas, minerales, enzimas y probióticos. Probióticos y no antibióticos.
La «cura del árbol» debe ser acompañada por la cura de la ausencia de miedo, la paz interior, la alegría y el amor.
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